domingo, 27 de septiembre de 2009

Nuestro insolito Universo...



Narracion de un caso de la vida real, esto sucedió hace poco y aunque parece arrancado de las páginas de cualquier historia de Alfred Hitchcock no se sorprendan.





El lugar: Carretera de Caucagua via Guatopo.

Un hombre estaba parado a la orilla de la carretera en medio de una oscura y tenebrosa noche pidiendo cola, a la vez que caía una terrible tormenta.

Pasó un tiempo pero nadie se paraba. La tormenta era tan fuerte que apenas si se alcanzaba a ver a unos 3 metros de distancia.
De repente vio como un extraño carro se acercaba lentamente y al final se detuvo. El señor, por lo precaria de su situación sin dudarlo y rápidamente, se subió al carro y cerró la puerta. Volteó y se dio cuenta con asombro y horror de que nadie iba manejando el carro!!.
El carro arrancó suavemente. El tipo miró hacia la carretera y vio con terror que adelante había una curva. Asustado, comenzó a rezar e implorar por su salvación, al advertir su trágico destino. El tipo no había terminado de salir de su espanto, cuando justo antes de llegar a la curva, entró una mano tenebrosa por la ventana del chofer y movió el volante lentamente pero con firmeza.
Paralizado del terror y sin aliento, cerró sus ojos, se aferró con todas sus fuerzas al asiento, e inmóvil e impotente vio como sucedía lo mismo en cada curva del tenebroso y horrible camino, mientras la tormenta aumentaba su fuerza.
El tipo, sacando fuerzas de donde ya no quedaban, se bajó del carro y se fue corriendo hasta el pueblo más cercano. Deambulando, todo empapado, se dirigió a una cantina que se percibía a lo lejos. Entró a ella y pidió un whisky doble y temblando aún, les empezó a contar a todos la horrible experiencia que acababa de presenciar. Se hizo un silencio ante el asombro de todos los presentes. El miedo y la zozobra asomaron por todos los rincones del lugar.
Al rato llegaron dos negros todos mojados y jadeantes uno le dijo al otro:
- “Mira Juan, allá esta el co.. e’ madre que se subió al carro cuando lo veníamos empujando!”.

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